Sísifo fue castigado por los dioses a un destino cruel: subir una enorme roca hasta la cima de una montaña solo para verla caer una y otra vez, sin descanso.
Día tras día, atrapado en el mismo bucle, convenciendose de que si lo hacía bien, tal vez esta vez lograría mantener la roca en su sitio. Pero nunca lo conseguía.

No sé tú, pero a mí la idea de repetir eternamente lo mismo sin llegar a ninguna parte me parece insoportable.
Poner todo tu esfuerzo en algo que, en el fondo, sabes que no te llevará a ningún lado. Tratar de hacerlo perfecto, solo para darte cuenta de que todo vuelve a empezar. Una vez más. Y otra. Y otra.
Bien.
En el TOC ocurre algo parecido. Un pensamiento intrusivo aparece en tu mente y, por más que intentas ignorarlo, se queda ahí, creciendo, exigiendo respuestas, obligándote a hacer algo para aliviarlo. Compruebas, repites, ordenas, cuentas, sigues un ritual… y por un momento parece que funciona. Pero al poco tiempo, el pensamiento regresa y todo vuelve a empezar.
Parece que la única forma de calmar la ansiedad es seguir con esos rituales, pero en realidad, esos mismos rituales son la roca que te mantiene atrapado.
Pero hay algo bueno, y es que a diferencia de Sísifo, que estaba condenado a su destino para siempre, tú sí puedes liberarte de este ciclo. Puede que ahora sientas que no hay escapatoria, que si no sigues esos impulsos algo malo puede pasar. Pero eso no es cierto. Hay formas de desafiar esos pensamientos, de aprender a gestionarlos sin necesidad de seguirles el juego.
No tienes que seguir empujando esa roca. Puedes soltarla y recuperar tu vida.

